Cuando nos referimos a “asesor fiscal” estamos hablando de un profesional o empresa que se dedica al asesoramiento tanto en el ámbito tributario como fiscal, así sea de personas jurídicas o físicas.
Este epígrafe tiene asociadas competencias de diferente índole y de gran diversidad, aunque habitualmente nos referiremos a ello como gestión, planificación y asesoramiento fiscal en cualquiera de sus vertientes. Este tipo de actividad suele llevar consigo la presentación telemática de documentos y declaraciones fiscales, como también de obligaciones censales, impuestos y cualquier actividad económica que sea susceptible de ser comunicada a la Agencia Tributaria.
Otros servicios que nos puede ofrecer una asesoría fiscal son todos los relacionados con las tramitaciones de impuestos indirectos, como por ejemplo el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), transmisiones patrimoniales, IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas) o cualquier tasa o impuesto relacionado con actividades económicas. A menudo también se suelen ofrecer servicios de asesoramiento en inversiones de capital o liquidación de impuestos relacionados con donaciones o sucesiones.
Una buena asesoría fiscal suele estar orientada a la gestión fiscal y asesoramiento de sus clientes, que pueden ser personas jurídicas o empresas. En este caso podemos encontrar otros servicios de valor añadido, como una buena planificación fiscal, realizar otros trámites (reclamaciones, recursos) e incluso prepararse de cara a una inspección fiscal.
Las asesorías fiscales son especialistas en impuestos y fiscalidad. Por ello realizan todo tipo de tareas en este ámbito: solicitudes de ingresos indebidos, declaraciones Intrastat, gestión y confección de tributos locales (IVTM, Plusvalías, IAE, IBI…) así como procedimientos de apremio relacionados con la Seguridad Social o deudas fiscales.
Por todo esto la fiscalidad es y seguirá siendo uno de los servicios más demandados a las asesorías especializadas en este tipo de trámites y gestiones.