Perros y gatos, principalmente, pero también pájaros, tortugas o peces constituyen una fuente de felicidad para todos los miembros de la familia. Sin embargo, estos animales domésticos se pueden convertir en un motivo de disputa en los tribunales cuando se produce un proceso de divorcio.

Y como desgraciadamente nadie está exento de una ruptura matrimonial, hoy nos gustaría aprovechar este espacio para contarte quién se queda con la mascota cuando una pareja disuelve su unión. ¿Te habías planteado antes esta cuestión? Hoy hablamos del divorcio con mascotas.

Lo que dice la ley cuando se produce un divorcio con mascotas

Lo que más llama la atención es que, según el artículo 333 y 335 del Código Civil, “todas las cosas que son o pueden ser objeto de apropiación se consideran bienes muebles o inmuebles” y “se reputan bienes muebles los susceptibles de apropiación no comprendidos en el artículo 334 y, en general, todos los que se pueden transportar de un punto a otro sin menoscabo de la cosa inmueble a que estuvieren unidos.” 

Dicho de otra forma, que para el Código Civil, las mascotas tienen naturaleza de bienes muebles y, en consecuencia, adquieren un carácter ganancial, privativo o proindiviso para los cónyuges, lo que quiere decir que pueden ser reclamados en propiedad por las dos partes o ser compartidos por ambas como te vamos a explicar.

¿Cuáles son las fórmulas más frecuentes en estos casos de divorcio con mascotas?

El acuerdo amistoso

Antes de nada, tenemos que decir que, cuando nos referimos a mascotas, más que hablar propiamente de custodia es más aconsejable hablar de “derecho al disfrute”.

Hay casos que propician el acuerdo amistoso. Por ejemplo, no suele haber conflicto si el animal ya era propiedad de uno de los cónyuges antes de unirse en matrimonio y esta era la persona que se encargaba de su cuidado. En estos casos la mascota se quedará con su dueño original, o al menos, eso es lo más frecuente.

Aunque también es cierto que la existencia de niños en el matrimonio puede complicar este acuerdo tan lógico ya que estos no quieren renunciar a estar con el animal que tanto quieren… Entonces ¿qué ocurre si el animal pertenecía anteriormente al padre pero es la madre la que tiene ahora la custodia de los niños? Intentar llegar a un acuerdo amistoso por el bien de los niños y de la mascota es lo principal.

Obviamente, cuando una pareja que decide disolver su unión tiene una mascota “en común” lo mejor es llegar a un acuerdo amistoso sobre quién se queda con la mascota. Como siempre, es la solución más aconsejable tanto desde el punto de vista económico como el emocional al evitarse muchas disputas.

La custodia compartida

Si no hay acuerdo amistoso, pueden emprenderse acciones legales orientadas a que un juez determine con quién se queda el animal. Si la pareja tenía establecido un régimen de separación de bienes y la mascota fue adquirida durante el transcurso del matrimonio por uno de ellos, esta se quedará con la personas que la adquirió siempre y cuando pueda demostrarlo. Al fin y al cabo es como quedarse con otra propiedad más por triste que suene.

Cuando lo que existe es un régimen de bienes gananciales, el juez puede dictar una custodia compartida del animal para que los dos miembros de la ex pareja puedan disfrutarlo. En estos casos, será un juez el que determine el régimen de visitas teniendo en cuenta factores como quién puede dedicar más tiempo a la mascota o quién tiene una vivienda mejor acondicionada para el animal. La otra persona tendrá derecho a visitarla en un régimen de visitas establecido así como en periodos vacacionales.

La custodia única

Por otro lado, el juez puede dictar una custodia única y en ese caso será uno de los ex cónyuges el que se quede en exclusiva con la mascota, teniendo que indemnizar a la otra parte por renunciar a ella y perder los derechos de disfrute del animal.

Como adelantamos, una mención aparte merece la presencia de niños en el seno familiar. La relación que se establece entre los niños y las mascotas suele ser muy especial y los niños tienden a encariñarse mucho con estos animales. Por este motivo y, en un intento de que la situación de divorcio no resulte más traumática para los pequeños, la jurisprudencia recomienda no separar a los animales de los niños.

 

¿Conocías esta problemática que gira en torno al “divorcio con mascotas”? Seguro que muchos de nuestros lectores no eran conscientes de este tema hasta que no se vieron involucrados en una situación similar. En estos casos, como en otros que hemos comentado en anteriores posts,  es importante contar con el asesoramiento de un equipo legal para que se tomen las mejores decisiones al respecto.