Pocos lugares pueden presumir de una diversidad de espacios naturales tan grande en un territorio tan pequeño. Cataluña, sí. Y parece que todavía no somos del todo conscientes, de esta riqueza. Desde los 3.143 metros de la Pica de Estados hasta las playas del litoral, la diversidad de paisajes y ecosistemas es notable.
Dunas, acantilados, llanuras esteparias, humedales, lagos y ríos, bosques y montañas, valles cultivadas … Puede haber más?
Un 30% del territorio catalán está protegido por ley para garantizar la conservación de los valores naturales y paisajísticos; ahora bien, de toda esta vasta naturaleza, las joyas de la corona son los 13 parques naturales y el único parque nacional. A continuación repasamos algunos de los atractivos más destacados de cada parque, y así os ponemos la miel en la boca … Como veréis, tiene para elegir.
1- Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio
(Declarado parque nacional en 1955, ocupa 14.119 hectáreas).
Seguro que los tiene en mente: son los Encantats, uno de los símbolos de la montaña catalana. Pero este parque es mucho más que eso. Más de 200 lagos salpican un territorio agreste con cumbres escarpadas que alcanzan los 3.000 metros. Especies amenazadas como el quebrantahuesos o el urogallo conviven con los ágiles gamuzas y las marmotas llamativas. Alta montaña en estado puro y agua, mucha agua, con cascadas y ríos sinuosos y serenos como los del llano de Aigüestortes.
2- Parque Natural del Alto Pirineo
(Declarado parque natural en 2003, ocupa 69.850 ha).
Es el parque más extenso de Cataluña y se encuentra también el punto más alto, la Pica d’Estats. Un territorio salvaje y amable a la vez. Salvaje porque se conservan rincones remotos e inaccesibles, sobreviven bosques maduros que no se talan desde hace mucho tiempo y viven los mamíferos más grandes del país: el oso pardo, siempre misterioso, y el ciervo, que nos cautiva cada otoño con el espectáculo de la berrea. Un espacio también amable por el paisaje bucólico de los valles, con una actividad ganadera viva y unos pueblos de postal.
3- Parque Natural del Cadí-Moixeró
(Declarado parque natural en 1983, ocupa 41.060 ha).
Dos de las estampas montañosas más fotografiadas del país se encuentran en este parque: la cara norte de la sierra del Cadí, pura belleza visual, y la peculiar silueta del Pedraforca, símbolo del excursionismo catalán. Pero este parque es también el reino de la gamuza y de dos pájaros forestales difíciles de ver pero de una gran valía: el pito negro y el mochuelo boreal. Bosques de pino negro y abetales tapizan estas montañas rebosantes de tradiciones, leyendas y una vida rural que todavía late.
4- Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa
(Declarado parque natural en 1982, ocupa 15.309 ha).
En Cataluña también tenemos volcanes. Dormidos, dicen los expertos, que no quiere decir extinguidos. En la Garrotxa hay hasta una cuarentena, junto con una veintena de coladas de lava. Destacan el volcán del Croscat, de erupción más reciente (hace 14.000 años), y el de Santa Margarita, con una ermita en medio del cráter. Pero este parque también es conocido por sus bosques, espesos y húmedos, entre los que uno se lleva todas las miradas: la Fageda d’en Jordà, que en otoño ofrece una gama de colores ocres, amarillos y rojos que hace ensimismarse.
5- Parque Natural de Cap de Creus
(Declarado parque natural en 1998, ocupa 10.813 ha terrestres y 3.073 ha marinas).
En este extremo del país, tocado por la tramontana y donde el Pirineo se abraza en el Mediterráneo, afloran las rocas más antiguas de Cataluña, formadas hace 500 millones de años. Por si fuera poco, este lugar es el único de la Tierra donde se observan las pegmatitas, unas rocas de colores blancos, naranjas y rosados. Recorre el paraje de Tudela y asiste a un auténtico espectáculo geológico. Piérdete por las calas vírgenes y rocosas de este paraíso y, si puede, explora los fondos marinos donde abundan las praderas de posidonia y una fauna marina fascinante.
6- Parque Natural de los Aiguamolls del Empordà
(Declarado parque natural en 1983, ocupa 4.721 ha).
Emblema de la lucha ecologista de los años 70 del siglo pasado, estos humedales son una auténtica joya paisajística que hay que observar al atardecer desde el interior de un acecho. Lagunas, marismas, cercados, ríos, campos y playas con dunas que forman un rico mosaico de ambientes donde vive una gran diversidad de fauna, con los pájaros como principal foco de atención. Hasta 338 especies diferentes se han observado en el Parque, que tiene una gran importancia como zona de parada y fonda de numerosas aves migratorias en su viaje entre África y Europa.
7- Parque Natural del Montgrí, Illes Medes y el Baix Ter
(Declarado parque natural en 2010, ocupa 8.192 ha).
En el centro de la Costa Brava se levanta un macizo imponente -el del Montgrí-, coronado por un castillo y que se vierte en el mar creando los acantilados más vertiginosos del país, con cuevas y túneles submarinos de gran belleza. A los pies del macizo, está la llanura ampurdanesa, elogiada por el escritor Josep Pla, y donde sobreviven humedales naturales, playas con dunas y unos arrozales denominación de origen. Y ya dentro del mar, los fondos marinos más observados y preciados: los de las islas Medes, con gorgonias, corales rojos, esponjas y dátiles de mar, entre muchos otros.
8- Parque Natural del Montseny
(Declarado parque natural en 1987, ocupa 31.064 ha).
Este macizo imponente es una gran isla de biodiversidad y una reserva de agua junto a la gran metrópoli barcelonesa. Con cimas emblemáticas del excursionismo catalán como el Cerro del Hombre o el Matagalls, este espacio forestal destaca por una diversidad de bosques y ambientes naturales concentrada en poco espacio: desde encinares mediterráneos, con el jabalí como emblema y las carboneras históricas, hasta hayedos y abetales que acogen torrentes de aguas frías donde se esconde un tritón único en el mundo descubierto hace pocos años.
9- Parque Natural de Sant Llorenç del Munt y l’Obac
(Declarado parque natural en 1987, ocupa 13.691 ha).
La cima de la Mola, bien visible desde el Vallès y más allá, es el punto más emblemático de este macizo caracterizado por riscos de dos colores -grises y rogenques- salpicaduras de monolitos y rellenas de cuevas y grutas. Un paisaje que vendría a ser una especie de fortaleza pétrea bien protegida gracias al espesor de los bosques de encinas y de pinos. Rapaces emblemáticos como el duque sobreviven a las canales más salvajes, mientras los murciélagos habitan en las cuevas más oscuras.
10- Parque Natural de la Sierra de Collserola
(Declarado parque natural en 2010, ocupa 8.259 ha).
El parque más urbanita, ya que se encuentra en el centro del área metropolitana de Barcelona y, por tanto, rodeado de cuatro millones de personas. Un lujo para todas ellas, ya que en poco tiempo pueden pasar de la plaza Cataluña a estar en el interior de una auténtica selva mediterránea. Y es que este parque es una buena muestra del bosque mediterráneo, con el encinar como estrella, y relleno de rincones encantadores, masías, ermitas, torrentes, fuentes y pequeñas manchas de cultivo. Collserola es una especie de milagro natural que, a pesar de las presiones, aún conserva una naturaleza sorprendente.
11- Parque Natural de la Montaña de Montserrat
(Declarado parque natural en 1987, ocupa 3.630 ha).
Conocido por el monasterio, lugar de culto y icono turístico, este espacio natural acoge otros monumentos, en este caso geológicos, que son excepcionales: agujas, canales y monolitos forman un paisaje único en el país. Escoja algún itinerario que se adentre hacia el interior del macizo y déjese sorprender por las formas curiosas de los conglomerados, rocas formadas hace millones de años a partir de sedimentos transportados por torrentes desbocados. Tal vez también le encontrará alguna cabra montés, reintroducida en 1995.
12- Parque Natural de la Sierra de Montsant
(Declarado parque natural en 2002, ocupa 9.242 ha).
El Montsant es el espacio que complementa a la perfección los atractivos de la comarca del Priorat: vino, cultura, paisaje y naturaleza dan lugar a un maridaje ideal. Una sierra santa, como su nombre indica, donde reina el silencio y se respira en cada rincón, una profunda espiritualidad. Un paisaje de riscos que parecen inexpugnables pero que no lo son gracias a los grados, pasos entre las rocas que nos permiten acceder a la parte más alta del macizo. Y si miráis al cielo, quizás observará uno de los rapaces mediterráneos más amenazados: el águila perdicera.
13- Parque Natural de los Puertos
(Declarado parque natural en 2001, ocupa 35.050 ha).
Salvaje e inmenso son quizás los adjetivos que mejor definen uno de los parques más desconocidos pero más fascinantes a la vez. Cabras hispánicas y aves como el águila real y los buitres recorren y sobrevuelan este macizo de relieves rotos donde destacan barrancos, gargantas, gubias, acantilados y agujas al más puro estilo de Montserrat. Y también los bosques, con la presencia de hayedos -cosa extraña tanto al sur-, y las plantas, con más de mil especies que hacen de este espacio un auténtico paraíso botánico.
14- Parque Natural del Delta del Ebro
(Declarado parque natural en 1983, ocupa 7.802 ha).
Junto con la Camarga francesa y Doñana, el Delta del Ebro es una de las zonas húmedas más importantes de Europa occidental y la más grande y espectacular de toda Cataluña. Esta gran planicie de forma triangular creada por el río Ebro es un paraíso para los ornitólogos, que llegan aquí de toda Europa para observar flamencos, gaviotas de Audouin y hasta 360 especies más. Sorprende, sin embargo, el número de aves que hay, que pueden llegar, según la época, a los 100.000 ejemplares. Una avifauna que vive en las lagunas, salinas y cañaverales, pero también en los arrozales, y demuestran que, a pesar de las fricciones, la convivencia con los humanos es posible.
Y hasta aquí esta brevísima introducción a los valores de cada parque. En cada uno encontrará una oferta amplia de actividades organizadas por empresas locales que le permitirán disfrutar de la naturaleza y al mismo tiempo conocer un poco mejor. Para no ser injustos, os animamos también a visitar otros espacios naturales protegidos que son igualmente fantásticos -por ejemplo, todo el Prepirineu-, pero que no gozan de la etiqueta de parque natural. Y, sobre todo, os animamos a acercaros a estos entornos sin prisas, respetando el medio y las personas que viven, y convirtiendo la propia naturaleza en el centro de su mirada.